Carta a la que nunca la leerá

                        Primero que nada quiero agradecerte por este tiempo que no me estas prestando, pues en tu ausencia física se encuentra tu presencia literaria, te agradezco, las horas que paso en desvelo y los escritos depresivos a las 3 de la mañana, eres sin duda, el mayor terror que pude obtener de la vida para seguir escribiendo y consumiéndome. Y te agradezco, por estos días que has pasado ignorándome, pues en ellos he encontrado la paz interior que buscaba así como encontré que realmente puedo vivir sin ti, si a esto le puedo llamar vivir. Y es que ya no como, ya no duermo; mi sueño se llama literatura, mi comida se llama depresión. Antes, cuando te tenía, antes de dormir, me tiraba en la cama, observaba al techo y agradecía por tenerte en mi vida, ni siquiera sé a quien le agradecía, a ti, a la suerte, a alguno de los dioses de los religiosos, al destino o alguna de esas cosas que usamos como excusas para mitigar el dolor. Ahora, maldigo en todo momento y no es necesario decir que a quien maldigo no es a ti, lo sabes a la perfección. He pensado en recuperar a aquél niño que vivía dentro de mi, en verdad añoro su presencia en mis días, y comencé a buscarlo, en libros, en juegos, y en muchas tonterías que me recordarán lo feliz que era sin…

Una semana después me enteré de que ese niño había muerto y sabes, realmente lo lamente, como lamente la vez que perdí aquellas imágenes tuyas, lo lamente como lo hubiera hecho cualquier hombre cuando se muere un ser querido cercano, más esta vez, no era un tío, un abuelo, un hermano… Era yo, el viejo yo, el feliz e iluso. Y me dolió tanto que decidí enterrarlo en aquél rincón especial, en el que tu sabes guardo las cosas que perdí, que extraño y que espero olvidar, aún que intencionadamente estén ahí para recordarme que existen y que me duelen. Ahí está el divorcio de mis padres, mi gato masacrado por un sádico estúpido, la foto de mi cumpleaños donde toda mi familia se reunió, toda sin importar sus diferencias, la carta que hace años te pensaba entregar y la fotografía nunca tomada en la que estaríamos los dos abrazados y sonrientes. Ahí guarde a mi niño, a mi inocencia perdida, también guarde un poco de fe, dicen que cuando muera me aferraré a alguno que crea es una salvación, aún que, si lo pienso bien, yo no quiero ser salvado, es la muerte, y no quiero acompañantes, ni lágrimas, ni siquiera quiero ser un recuerdo, yo solo quiero aceptar mi momento máximo, el momento en el que exista una conexión astral entre mi yo interno, mi yo inocente y el más tonto, mi yo estrafalario, solitario y enamorado de ti.

He vomitado en el piso de la sala de estar todas esas palabras que te dije y no te dije, las iba a barrer, a limpiar y dejar el piso lustroso, más creí que no era necesario en fin, una alma rota y desordenada no necesita cuidados, sería como limpiarte el culo antes de ir al baño. No sé si me entiendas. Me he dejado la barba, y eso que siempre he sido lampiño, he dejado de salir, de ir al gimnasio, o a jugar fútbol, en este momento solo disfruto los paroxismos dolorosos que producen mis pensamientos. Estoy sucio, y no me refiero sólo a físicamente, ahora mismo soy más desastre que hombre y quizás mas divagancia también. Estoy acostado, en la oscuridad de mi habitación, he puesto cartón en las ventanas para que no entre la luz, y no entre tu recuerdo, me dolería en la mirada y quemaría la piel, y no me refiero a la luz, ahora que muero, si, que muero de suciedad, de soledad, de ganas de amar y muero de ti y muero de nosotros, es cuando menos pediré que me salves.

Gracias por ayudarme a hundir el desastre.

A DRM

Fernando Robles S. a 16 de Agosto del 2014

La Casa de la Abuela

1382227119-106

 

                 A todo el mundo le encanta visitar la casa de su abuela, por que es grande y tiene muchas recámaras para jugar, tiene cosas antiguas que tu abuela, cuando era joven usó y ahora las tiene como recuerdo de su época dorada. Todas las abuelas nos consienten y nos tienen como pequeños bebés cumpliendo caprichos, más, sin embargo, siempre hay algo en las casas antiguas de nuestra abuela que nos aterra, ya sea una habitación, un objeto o algún retrato. En este caso, mi mayor temor en casa de mi abuela eran los disfraces del Día de Muertos (O Halloween) que ella guardaba de cuando ella y sus hermanos, eran unos pequeños niños y le encantaba ir a pedir dulces y frutas por toda la ciudad.

Eran disfraces algo grotescos. El primero era el de su hermano mayor, mi tío abuelo, el cual hacía ya muchísimo tiempo había muerto en prisión por delitos durante la revolución, era una máscara de espanta-pájaros hecha de manta y bordada con detalles de hilo de costal, los ojos estaban pintados con una especie de tiza negra, estaba sucia, llena de polvo, mugre y una sustancia rojo oscuro que mi abuela decía era juego de uva, aún que nunca le creí. La segunda máscara era la más horripilante a mi parecer y segundo hermano mayor de mi abuela, el cual hace poco, también había fallecido. Era una máscara hecha con tela que nunca entendí que forma tenía, pero estaba detallada con pintura rojo sangre y tenía gruesos hilos negros en forma que parecían una cabellera negra y espesa, tenía cortados dos espacios para ojos cortados malamente, tenía también una sonrisa, pero no una sonrisa cualquiera, era una sonrisa malvada, como si supiera que tu destino es malo y disfruta viéndote sufrir. La última máscara era de mi abuela, y ella decía que la hicieron con la intención de que ella se pareciera a una vieja muñeca de porcelana que su madre tenía en una vitrina, era de un material sólido, tenía maquillaje, un horrendo maquillaje que la hacían verse terrorífica con chapetes rosados una boca negra y ojos con un azul opaco y enfermizo e hilo en forma de coletas color naranja chillón.

Cabe mencionar que estas máscaras estaban encima de una repisa en manera de exhibición en una de las recamaras principales, así que era imposible entrar a visitar a la abuela sin observar aquellos horrendos recuerdos, de su infancia. Así que a pesar de que me alegraba visitar a mi abuela, también sentía un profundo miedo ir con ella y tener que encontrarme con esos objetos frente a mis ojos. Era verano y mis padres cumplían 15 años de casados, yo tenía solo 9 años, para celebrar este acontecimiento ellos tenían planeado un viaje a la playa, arena, mar ir a pasear y estar varías noches juntos descansando, si, descansando de hijos y responsabilidades, así que se las arreglaron para poder dejar a mi hermana mayor en casa de una tía, y a mi en casa de la abuela, ya que mi vieja abuela de 87 años no podía hacerse responsable de una adolescente rebelde y ansiosa por la fiesta, decidieron dejarme sólo a mi con ella.

Lo que más temía mi mayor temor, estar por la noche en esa antigua casa, y lo peor, las horribles máscaras. Yo rogué porque no me dejarán ahí, les supliqué y prometí sería un buen niño, que me llevarán al viaje y no interrumpiría sus actividades o que nos dejarán a mi y a mi hermana con mi tía, lamentablemente, no sucedió y que quedarme en casa de mi abuela por 5 días y 4 noches. Esto nunca debió pasar, esas cuatro noches fueron 4 noches que nunca voy a olvidar, que aún ahora a mis 20 años me provocan pesadillas y ataques de nervios.

El día había llegado y me dejaron una mañana con mi abuela, trate a toda consta de evitar entrar a esa habitación, si tenía que pasar por ahí, cerraba mis ojos y corría lo más rápido que podía hasta llegar a donde iba. Jugué con mi vieja abuela, comimos y pasamos la tarde leyendo cuentos.

Eran cerca de las 10:00 de la noche, mi abuela ya estaba dormida en su mecedora y por su edad había olvidado decirme donde me iba a quedar a dormir, así que me acomodé en el sillón y vi televisión hasta que ella despertará, eran las 11:00 y fue entonces cuando comenzó el terror. Se escucharon ruidos, como crujidos de pasos en la habitación siguiente, sí la habitación donde estaban las máscaras de disfraz, seguido de los crujidos, se escucharon más crujidos y como si arrastrarán algún antiguo mueble de mi abuela, yo comencé a temblar, y me quede inmovil en el sillón, estaba paralizado de terror, escuché risas y gritos, en un momento de desesperación pude correr con mi abuela y despertarla, ella alarmada me abrazo y brevemente escuchó mi relato, sólo para ignorarlo y decirme que debía estar soñando, me tomo de mi mano y me llevó a mi cuarto a dormir, yo cerré mis ojos para no ver nada de lo que antes había escuchado.

Estaba acostado, solo y con frío en el cuarto de huéspedes de mi abuela, el cual estaba a 4 recamaras más de la suya y en medio la habitación de las máscaras. Eran las 2:57 y una respiración y una risa burlona muy cerca de mi oído me despertaron aterrado y sudoroso, observe atónito la habitación con lo poco que me permitía ver la luz de noche que estaba en la mesa junto a la puerta, solo para percatarme que no había nada, más yo sabía que había algo. Pesé a esto volví a conciliar el sueño pero no iba a ser por mucho; cerca de las 3:33 a.m. escucho rasguños abajo de mi cama y para agregar más terror tenía muchas ganas de orinar, y el baño se encontraba hasta el final del pasillo, soporte lo más que pude mis ganas de ir al baño, apretaba mis piernas fuerte, pero no pude más y las ganas pudieron conmigo, lentamente, baje mis pies hasta mis pantuflas, todo con el infinito terror de que algo me tomará por las piernas, pero no, me puse de pie y comencé a caminar hacía el baño, la luz de la luna entraba por la habitación donde estaban las máscaras, así que al pasar me aseguré de estuvieran esas horribles cosas en su lugar, y así era, fui al baño y todo por un instante fue tranquilidad. apagué la luz del baño y me fui rápido hasta medio pasillo… Me detuve atónito frente a la habitación donde entraba la luna… No estaba la máscara de el espantapájaros, y por el suelo se observaban rasguños muy profundos y indicaban un camino hasta donde yo me encontraba.

Corrí desesperado y me cobije de cuerpo completo, ni siquiera me tome la  molestia de observar que la luz estaba apagada, me tapé y con miedo y terror, me quede dormido. Así fue por las siguientes  2 noches, pesé a decirle a mi abuela, ella siempre me ignoro y decía que como yo les tenía miedo, tenía pesadillas con ellas y sólo era eso. Cada noche desaparecía una máscara diferente, pues me iba a percatar cada mañana por curiosidad y temor. No fue hasta la última noche, cuando desperté de madrugada 3:33 a.m. Otra vez, ganas de orinar en mi, y esta vez mi cuerpo estaba paralizado, solo podía mover mis ojos y observar desesperado como se tornaba más aterrador.

La luz de noche estalló, las risas y los gritos comenzaron a sonar, cada vez más fuerte y más cerca de mi, escuché pasos, rasguños y risas malvadas, risas de niños, pero no niños como yo, eran risas con un tono espectral, que hacían eco por segundos, yo tenía miedo, más que miedo horror, justo en la puerta de mi recamara, pude ver 3 pequeñas siluetas, se acercaban a mi, a mi cama, y yo, no podía hacer más nada que mover mis ojos y ahora mi cabeza. Se pusieron a los pies de mi cama, después uno en cada lado y el espantapájaros en los pies de la cama, este, comenzó a trepar por la cama hacía a mi, tomo mi pierna y yo no podía hacer nada, no podía patearlo ni siquiera gritar para que mi abuela me auxiliara, con unas largas uñas en sus manos, apretó mis piernas contra la cama, seguido de esto, la máscara de cabellera negra abrió su boca, esa boca de la sonrisa horrenda y mordió con tal fuerza mi pequeña pantorrilla y por fin pude gritar, mi abuela vino rápido y como si supiera que sucedía traía consigo una cruz y agua bendita, la arrojo a estos y… todo se acabo, en un instante las masas amorfomas que sostenían las máscaras se desvanecieron, mi abuela, me abrazo y puso agua bendita en mi herida, y rápido cicatrizó.

Me contó que su hermano más grande, aquél que había muerto en tiempos de la revolución, fue encarcelado por asesinatos y que las máscaras el y otros dos sujetos las usaron para perpetrar sus crímenes, dijo que cuando el murió, prometió regresar, y que su espíritu viviría en el objeto que más lo represento, es decir las máscaras, dijo que por eso ella las tenía, y que procuraba que nunca nadie las tocará ni que estas salieran de la casa, para evitar que el espíritu de su hermano y los otros dos hombres regresarán a asesinar otra vez.

En mi pierna me quedó una cicatriz enorme en forma de mordida y que hasta ahora, en día de muertos me arde. Es un recuerdo de aquellas vacaciones, de aquél terror y de las cosas ocultas que nunca sabremos. Mi abuela encerró las máscaras en un baúl y les puso cadenas y un candado, nunca más, hasta hoy en día, volví a saber de ellas

De John Green a Emile M. Cioran

Los gustos literarios cambian conforme avanza el tiempo y la madurez del lector, y se puede decir que una vez que comienzas a leer te conviertes poco a poco en un adicto a tener libros nuevos, autores nuevos, en fin, nuevas historias; Pero todo tiene un principio y como lector, te puedo asegurar que no empiezas leyendo los libros más interesantes sobre filosofía ni obras completas de grandes escritores, no.

Todos comenzamos con alguna pequeña novela pintoresca que éste a la moda, lo que cualquier adolescente estaría leyendo en estos instantes. Algo que sea tan misogino que ni la sociedad se de cuenta de lo que leen sus pequeñas pubertas como «50 Sombras de Grey» algo tan invasivo y popular como «Harry Potter», tal vez alguna lectura que aproveche una grave enfermedad terminal para que llores, ames y sientas lástima con las personas que las padecen. O quizás alguna «novelilla» sobre vampiros y hombres lobo peleando por el amor de la «chica que nadie se fijaría en ella» para estereotipar a las lectoras y que se sientan identificadas y deseen, por ejemplo, tener cáncer (si, por increíble que parezca) o vayan encerrarse en bibliotecas para que llegué un chico guapo y galán del tipo Hollywood, que esté la vea entre todas las demás, se enamoren y demás sandeces.

Y no es con afán de desprestigiar a los escritores contemporáneos, mucho menos a sus lectores, simplemente es que con el paso del tiempo un lector se vuelve más critico, más analítico y por lo tanto más exigente con sus autores favoritos. Si se pasa esta instancia como lector, si se lee por gusto y no por moda, comienzas a rebuscar en la vieja librería de tu ciudad autores, historias de siglos pasados y comienzas poco a poco a darte cuenta de los grandes textos antiguos y es entonces, cuando se identifica la calidad de una novela romántica de época y un clásico literario.

Empiezas conociendo a los autores más populares. Escritores Latinoamericanos, como Carlos Fuentes, Miguel Cervantes Saavedra, Octavio Paz, Salvador Novo, Jaime Sabines, Juan Rulfo, Mario Benedetti, Julio Córtazar. entre otros, después encuentras literatura extranjera, Franz Kafka William Shakespeare, Scott F. FItzgerald, Ernest Hemmingway, Nathaniel Hawthorne, Mark Twain, Sun Tzu (Autor de «El Arte de la Guerra») y muchos otros, Te das cuenta de que había grandes autores, grandes obras literarias épicas que tu desconocías cuando estas eran mucho mejor que tus lecturas anteriores.

Es entonces cuando decides profundizar, pero esta vez ya sabes que buscas, o quizás no, el punto de esta nueva búsqueda es que te conviertes en un lector más especializado y especifico ya no buscas un libro que pueda gustarte, no, en esta instancia buscas lo que te gusta y emociona. «Una filosofía romántica de los temas modernos de la alienación, lo absurdo, el aburrimiento, la futilidad, la decadencia, la tiranía de la historia la vulgaridad del cambio, la conciencia como agonía, la razón como enfermedad»

Por mi parte siempre me gusto una filosofía amarga, realista, satírica y pesimista del mundo, y quizás también un libro que en su época fue prohibido, comencé conociendo a Nicolás Maquiavelo con la magnifica obra que es «El Príncipe». Esto, raramente, me llevo a Friederich Nietzsche, de «Más allá del bien y del mal» y «El Anticristo» pase a las oscuras y perversas obras de el Marqués de Sade y sufrí una ligera obesión  con «Juliette» y «Justine». Meses después comencé con una obsesión con sociólogos, y el primero, como sería de suponerse fue Karl Marx y Friederich Engels, seguí con León Tolstoi y terminé mi fase socialista con Carlos Monsiváis. De todos los libros leídos y nuevos conocimientos adquiridos, se fue moldeando, sin darme cuenta un nuevo yo, con nuevas ideas, nuevas dudas y mas ganas de seguir leyendo. Los autores pasaron de ser solo escritores a formar mi personalidad y manera de pensar, con gran similitud a la de ellos. Encontré mi afición en 3 autores:

  • Emile CIoran por su filosofía pesimista de la humanidad.
  • Howard Phillips Lovecraft por el terror que me hizo sentir con sus terribles criaturas que marcaron epoca y siguen creando influencia en la actualidad.
  • Carlos Monsiváis por su manera socialista de percibir las cosas, y su opinión.

Te transformas como lector, como persona, como ser humano dependiendo tus lecturas. Fácilmente identificas tus ideas con los de ellos y se convierten en tus autores favoritos y  buscas más y más obras de tu autor, porque ya es tuyo, lo haces tuyo porque dice lo que tu tienes que decir, o hace en unas hojas tus ideas alborotadas y regadas por doquier, en una sencilla frase, por eso es tu autor y lo lees y relees, por que en realidad, lo que te convierte en su lector no es el, sino tu, porque no es el autor, lo que lees eres tu.

Para concluir te invito de la manera mas cortes, a que sigas leyendo, y a que, si comenzaste por moda, sigas leyendo, y descubras el maravilloso mundo de los libros. Te invito a que conozcas a tu autor, es decir te conozcas a ti  mismo por éste. Porque como lectores, nunca acabaremos de transformarnos y mejorar.

Remembranza a los actos sexuales sin conciencia

Escribo dentro de ti palabras que eyacula mi mente

Recuerdo mi infancia, como un bucle de emociones mezcladas lista para un paroxismo febril en mi cuerpo. En aquellos días, mudarnos era algo constante, y yo en ese entonces desconocía la causa, pero fácilmente podría recordar que viví en 7 casas de mi primer año hasta mi primer década de existencia. Por dichos constantes cambios y un matrimonio inestable. Reincidía en mi soledad para poder jugar; duraba horas jugando a solas, con juguetes, en el balcón en la cama.
Fue cerca de los 8 años cuando nos mudamos al segundo piso de una casa, donde abajo había una tienda. Y el propietario de la casa y tienda tenia una joven hija de mi edad, cabellera larga y  negra, ojos del mismo tono con profundidad y un cuerpo que comenzaba a figurar una figura delicada y sexy que tendría cuando la menarca la convirtiera en una fémina adulta y cerca de la fecundación.

Pero en ese entonces yo desconocía de emociones amorosas, mucho más de sensaciones sexuales, mi mundo se centraba en mi realidad y en mis ganas de jugar y correr todo el día. Ella, en varias ocasiones subía a jugar conmigo, y pasábamos mucho tiempo, corriendo, gritando, jugando escondidas, jugando a la «comidita» entre otras entretenciones menores. Cerca de los 10 años de ambos ella dijo que jugaríamos un juego el cual ella llamo el papá y la mamá. A mi consideración yo creía que se trataba de un juego cualquiera y así comenzó. Primero tenía que llegar de mi trabajo, sentarme a la mesa, preguntarle por su día; ella servía la comida, comíamos y hablábamos cosas de nuestro día y etcétera.

Entonces, a disposición de ella era hora de ir a la cama, y en la recamara donde jugábamos había en un rincón, una pequeña cama individual, con algunas sábanas y almohadas. me dijo que me acostara y obedecí, paso siguiente se sentó sobre lo que era mi pelvis y comenzó a moverse de atrás a adelante con un ritmo lento y puso mis manos en lo que serían en un futuro un par de tetas, fue en ese instante que sufrí algo en mi pantalón, mi sexo que en ese entonces yo creía no era mas que un objeto para orinar, comenzó a expandirse y a crecer, empecé a sudar y a agitarmé. Entonces le empuje bajo mi, le dije que  no quería jugar más ¿Qué había sido esa sensación tan extraña en mi ser? ¿Porqué me asustaba y gustaba a la vez? Estaba asustado así que decidí no jugar nunca más con ella. Todo por una sensación extraña, todo por el sudor, el ritmo acelerado que a mis 10 años no estaba preparado para sentir. Excitación.

Esto, supongo que no tiene una moraleja, ni una buena trama, tal vez ni siquiera sea una buena historia, pero al final de todo, es una historia, es mi historia y son experiencias que ahora se entienden, y que todos de diferente o similar manera hemos de vivir.

«Los amorosos» (Mi interpretación)

«Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amo»

 

Los Amorosos – Jaime Sabines (Fragmento)

 

¿Te has preguntado alguna vez por qué sufres tanto por amor? ¿Es acaso tu destino que siempre te rechazén? ¿Temes volver a encontrar alguien que te guste por el simple hecho del miedo a sufrir de nuevo? Querido amigo/a, si respondiste si a alguna de éstas tres preguntas, o a todas en su defecto. Deberías empezar a considerar el hecho de que tal vez seas un amoroso…

Los amorosos callan… callan  y desean encontrar el amor, pero a su vez desesperan y temen tenerlo, nosotros los amorosos siempre estamos buscando el amor ya sea en un amor de improvisto o enamorarnos de un imposible olvido en lugares concurridos, cambiamos y olvidamos fácilmente a cualquier persona que encontremos, porque no es el amor que necesitamos. No es que juguemos con los sentimientos, es que tenemos preocupación por perder el tiempo y nunca encontrarlos.

Nuestro corazón siempre esta atento a cualquier sonrisa, a cualquier muestra de afecto nos aferramos y rogamos a Dioses inexistentes sea amor. No encontramos porque siempre estamos buscando al amor verdadero, porque en nuestra búsqueda incansable deseamos más, si, más… Y ese más siempre termina en soledad. Los amorosos nos entregamos cual puta de cabaret, nos entregamos al mejor postor y les vendemos el corazón, no por dinero, si no por ese amor inalcanzable, nuestro delirio.

Vivimos el día a día, pensando una sola cosa, esperando sólo una pequeña cosa, algo que nunca encontramos, algo que no se ha de esperar estamos yendo, estamos pidiendo por tener a esa persona, más que persona a ese ser carnal que nos otorgue los sabores que da cualquier historia de amor, Nunca es suficiente, cual amoroso siempre nos cansamos de amar, si de amar en poesía y en soledad, pero no estamos solos, no somos malos, somos la pausa perpetua de lo que es el amor.

Somos monstruos, no literalmente, o tal vez si, somos criaturas ancestrales que en la entrega de nuestro amor pensamos en algo capturar, como una presa, como capturar un beso en el aire….

Humano de rasgos comunes

Edvard Munch - L assassin (1910)

Edvard Munch – L assassin (1910)

               Es el ser humano la creación más desastrosa de la naturaleza, es el ser humano el mas inverosímil, el más corrupto y con mente sucia, es el ser humano la bestia ancestral depositada por los dioses para la destrucción de un planeta no hecho para ellos…

                 En toda ciudad, país, región, comunidad o pueblo, existe un cierto numero de enfermos mentales, psicópatas, drogadictos, violadores, todos plantados estratégicamente para hacer añicos los conceptos de leyes y normas de conducta correcta, unos 15 en lugares pequeños y cerca de 60 o más en grandes metrópolis, de los cuales, los menos comunes son los psicópatas ya que cuando existe uno o dos, llegan a secuestrar, asesinar, despedazar y devorar cerca de 300 personas cada uno, sin afán e exagerar. Después le siguen los drogadictos, seres de mala vida, con poco dinero y poco sentido para vivir, que viven para robar y roban para drogarse, son los que existen en mayor cantidad, y generalmente son los que más detiene la ley. Para cerrar con broche de oro, existen ciertos hombres (o mujeres en rara ocasión) de estos hay en dos tipos, el violador de mujeres un sucio cerdo, generalmente con problemas de conducta y de depresión que lo orillan a verse en la necesidad de satisfacer sus necesidades sexuales con mujeres a la fuerza, algunos, los mas idiotas, embarazan a la señorita violada, sin pensar en las consecuencias de sus sucios actos, sin pensar en las vidas que pueden destruir. Son cerdos a la hora del acto sexual, con un basto repertorio de parafilias. Los otros aún mas cerdos que los anteriores, son los pederastas, hombres que encuentran el placer sexual, tomando un menor de edad o una menor de edad para vaciar su porquería dentro de ellos, ha habido casos de violaciones a bebés, a niñas a niños, de todo, esta escoria humana nunca esta satisfecha y busca sólo coger, estos son más disimulados, existen maestros de instituciones educativas, sacerdotes de parroquias, padres insatisfechos con sus esposas. imbéciles, todos unos completos imbéciles.

Pero rara vez, en muy pocos lugares existe alguien como yo, un maniático, un completo adicto al asesinato y a descuartizar cuerpos hueso por  hueso, un enfermo del cual todo se esperaría, pero nadie sospecha de mi, y les diré porque. Porque encajo en lo «Normal» de la sociedad, al fin y al cabo, nadie sospecharía del Director del Hospital de Especialidades de la ciudad, nadie imaginaría que un viejo como yo, con una linda esposa y 3 hijos «perfectos» y «normales», nadie imaginaría que un hombre de 49 años sería capaz de tomar dos o tres prostitutas, llevarlas a un almacén, hacerlas que follen entre ellas de una manera descomunal por horas para después darme mi final feliz.

Me encanta el final feliz, y no, no es el que todos imaginan, no es venirme en ellas o alguna cosa sexual, el final feliz, es cuando mis prostitutas, agotadas de tanto sexo se tienden en la cama y caen dormidas, se preguntarán ¿Qué tiene de divertido ver dormir a alguien? pues en breve entenderán, la sorpresa para las pequeñas que bostezaban en mi cama era… Siempre era algo diferente, algún instrumento de tortura que se me ocurriera, podía ser desde un simple bisturí, hasta una sierra eléctrica.

El día de hoy había escogido una hacha de leñador que estaba olvidada y oxidada en mi garaje, me sentaba en los pies de la cama, después hacia ruidos, la primera en despertar era la ganadora, aún que las otras tendrían su premio de consolación, muy similar al de la ganadora. Despertó primero Violeta, supongo que era su nombre artístico, su  nombre de putear, se levantó, y con voz suave dijo -¡¿Qué carajo estas haciendo?!- al verme frente a la cama con el hacha levantada hasta lo más alto y apuntada a su dirección, a lo cual respondí -Es tu sorpresa, tu regalo, bienvenida a mi mundo- solté el hacha con fuerza sobre ella, de tal manera que esta se incrusto de un solo tajo en su pecho, justo en medio de sus dos senos de silicona, solté el hacha y la deje en ella, estaba clavada cerca de 8 cm dentro de ella, no grito, no gimió como lo estaba haciendo a la hora del sexo, la sangre empezó a salir a los costados del hacha, y de su boca salio escurriendo una cantidad mayor de sangre, eses espectáculo era hermoso, apenas y podía balbucear algunas tonterías que no comprendí, su cuerpo se agitaba y se comenzó a convulsionar, se agitaba cada vez con más lentitud, hasta dar un último grito de sufrimiento.

Tal imagen me generó unas intensas ganas de reírme a carcajadas, lo que provocó que las dos chicas se despertarán asustadas y tratarán de preguntar -que pas…- hasta que vieron el cuerpo inerte de su amiga, con sangre en el pecho y escurriendo a los lados de su cuello. Gritaron asustadas, y una de ellas trato de correr, rápidamente saqué el hacha y corrí tras de ella hasta encajar la hacha en su espalda y esta cayera al piso de un solo golpe, se arrastraba tratando de buscar una salida, sabía yo que su esfuerzo la haría morir mas rápido, así que deje que muriera desnuda en el piso de mi almacén. Me apresure a llegar con la otra chica para impedir que esta también escapará, cuando me acerqué a la cama no estaba, -¡Coño, nunca ninguna se me había escapado, y esta no sería la primera!- busque por todas partes, hasta que escuche una respiración un jadeo de miedo, conocía perfectamente ese jadeo, lleno de adrenalina y terror, estaba abajo de la cama.

-Pequeña señorita ¿Qué iré a hacer con usted? nunca, nadie había jugado así conmigo, será algo especial lo que te espera, de eso puedes estar segura- le dije mientras me agachaba y la jalaba fuera de la cama, tiré el cuerpo de la otra prostituta al suelo, el cual estaba frío y duro, tire a la prostituta aún viva a la cama, la amarre a la cama, primero las manos, después las piernas, abierta en compás, completamente desnuda, me excitaba tanto lo que le iba a suceder, busque algún cuchillo desesperadamente por toda la habitación, hasta encontrar aquél viejo y cuchillo cebollero que servía para las comidas familiares.

Jugué un momento con su miedo, paseaba el cuchillo por todo su cuerpo, rozaba sus rodillas, la comisura de su labios, sus pezones, temblaba de miedo y era exquisito sentir su miedo. Para empezar realicé un corte en su cara, a manera de una cirugía estética, por toda la frente, las mejillas, el mentón, la nariz en diferentes secciones, gritaba cada que lo encajaba, gritaba tan dulce y tan fuerte que yo lo hacía con mas fuerza de la que era necesaria para realizar el corte, su cara estaba completamente llena de sangre, lucía tan perfecta. Después lo hundí en forma de «Y» en todo su torso, como si diseccionara un cadáver, en su vientre lo hundí más fuerte, deseaba ver su entrañas, la delgada capa de piel se separó, una parte de grasa y unos blandos músculos se abrieron ante mi, no es necesario escribir como gritaba aquella mujerzuela , sus órganos se movían ante mi, seguían un ritmo agitado, hasta que se desvaneció, en un instante cayo desmayada, lo supe porque sus pulmones aún se movían, así que con fuerza corte su pecho para llegar hasta el esternón, era muy duro, así que use mis manos para jalar con fuerza hacia arriba hasta exponer su corazón, lo jale con tal fuerza que todas las venas y arterias empezaron a tirar sangre en chorros, me salpico toda la cara y mi cuerpo. Magnífico.

Limpie todo el desorden que había dejado con mis compañeras de la noche anterior, tiré los cuerpos en un profundo barranco junto con el hacha y el cuchillo, me subí en mi auto, tome mi libreta y apunte con tres pequeñas rayas, tres muertes más, 471, 472 y la estúpida que casi escapaba 473.

Terminé mi relato, el oficial me me miraba con asco y desprecio, esperaba recibir una tremenda bofetada, pero no, en vez de ser golpeado, me levanto y me golpeo contra la pared, me dijo que separará las piernas, otro oficial me sujeto para que no me moviera y entonces, un silencio, tomó su macana y me golpeo tan fuerte en los testículos que caí desmayado en el instante.

3 cadenas perpetuas, fue mi condena, la que dicto el Juez, camino a la prisión, el oficial que manejaba el automóvil me pregunto -¿Y dime cerdo, cómo crees que te reciban los prisioneros?- a lo cual respondí -Mejor que como yo recibí a tu esposa una noche- paro el automóvil, sabía que lo había ofendido, perfecto, me quiso bajar del auto a jalones y lo logró pues yo estaba esposado (o eso creía el) caí al suelo y comenzó a patearme múltiples veces, una tras otra, hasta que se le ocurrió golpearme en la cara, en un rápido movimiento lo tome del cuello y lo tumbe al piso, tome la escopeta del asiento del copiloto y la descargué en el, las 6 cargas.

Estaba libre, nadie sabía que estaba libre, un nuevo comienzo para mi, y no era para recapacitar, tome unos papeles del maletero de la patrulla e hice una linea, 1…

Fernando Robles S.

Tendencias suicidas de abandono

Image

autor de la pintura: Andre Tower, Masson

¿No ves la muerte cada vez que aquél angelical rostro te rompe el corazón?…

            Había una vez… no, no como en todo cuento, no era un príncipe encantador ni mucho menos. Había una vez un joven chaparro, gordo, con constantes ataques de esquizofrenia, que gracias a las tontas enseñanzas de su madre, estaba determinado a encontrar el amor, y el muy tonto, creía que existía una mujer ideal para el, alguna rubia, delgada, todo el concepto de una «Barbie». La cual según su retorcida mente, lo iba a querer como el era, lo amaría, lo cuidaría y podría por fin dar un largo paseo cursi con su amada por todo el centro de la ciudad, para que todos vieran que el amor es ciego, que siendo un romántico esquizofrenico, existiría una mujer linda capaz de fijarse en el. Para demostrarle al mundo su gran ego abrazando a su escultural media naranja, aún que el fuera una mitad podrida.

En fin, el tonto, gordo y esquizofrenico joven, se pasaba horas y horas leyendo poemas, mirando películas cursis decía que alguna tontería de esas le servirían para conquistar a la mujer de sus sueños, la que su mami dijo que algún día llegaría, la que su mami prometió cuando fuera un joven maduro e inteligente (El que según el era). Se vestía de traje y caminaba pavoneándose por la ciudad creyéndose el más guapo de todo el lugar, observaba a las chicas y les lanzaba una mirada «coqueta» que generalmente provocaba risas a carcajadas de las señoritas, pese a esto, el nunca se deprimía y se decía a si mismo -Desafortunada dama hueca, no tendrá la suerte de tener a un bohemio como yo-.

No tenía amigos, los pocos que tenían no querían salir con el, ni visitarlo porque sus ataques de esquizofrenia generalmente terminaban de la manera mas violenta posible, aparte de ser un gordo chaparro con un alter-ego insoportable. Un día vaya a saber porque, una jovencita pelirroja, alta, con una diminuta cintura y unos senos de proporciones perfectas, se acerco a Peter (El enano de alterego de nuestra historia) para preguntarle si podía acompañarlo (¡Que rayos pasaba por su cabeza!), Peter sudoroso y nervioso, pues nunca había estado tan cerca de un ángel como ella le quiso responder con un si pero tartamudeo, así que sólo asintió con su cabeza. Era divina, Peter no podía dejar de observarla, delgada, una piel blanca como la porcelana con diminutas pecas casi imperceptibles por todos sus brazos y su rostro, su rostro, ohh su rostro, parecía una conspiración entre Satán y Jesús para realizar la criatura más bella y con ojos azules asesinos en el mundo.

Después de 15 minutos de silencio y un Peter boquiabierto, la joven, decidio hablarle y le dijo -Hola…Me llamo Daniela… ¿Cómo te llamas tu?- Peter se sorprendió, su voz era como el canto de una sirena, un tono tan agudo, con una «s» tan arrastrada y sensual que podría levantar y destruir muros en los pantalones (Si saben a lo que me refiero), Respondió, jadeando, su traje café estaba mojado de sudor en las axilas (asqueroso gordo) -Pe,, Pete,,, Peter, me llamo Peter – dijo después de tornarse más rojo que una manzana, ella esbozo una sonrisa, pero no cualquier sonrisa, una sonrisa perfecta, del tamaño exacto de su rostro, con unos dientes blancos como su piel y brillantes como el sol -Un placer conocerte Peter- concluyó con su granada de explosión amorosa.

Después de 1 hora de platica sacada a la fuerza (obviamente de Daniela a él) Peter comenzó a sentirse confiado y seguro con ella, así que trato de seducirla con un poema de Salvador Novo, «Amor» nada más meloso y ñoño para seducir a una mujer podría existir pero… Funcionó resultó que a Daniela le encantaba la poesía y los ñoños románticos que la recitaban para ella, pasaron cerca de 3 horas platicando, extrañamente Peter sólo sufrió un ataque de esquizofrenia, al cual ella reacciono de la manera menos esperada y en vez de huir, lo cuido hasta que este paso. Peter, le invito un café y también la invito a pasear por el centro de la ciudad (Menudo fanfarrón), eran cerca de las 11 de la noche y Peter pensó que si no le decía ahora que fuera su pareja sentimental, perdería la oportunidad de estar con su hermosa media naranja antes perdida.

-Si…- respondió Daniela (Enserio ¿Qué carajos pasaba con ella?) se tomaron de la mano y después de una pequeña caminata ella le dijo que tenía que irse puesto que su  madre la esperaba desde hace 1 hora, insistió en que no debía acompañarla, que podía cuidarse sola y que no era seguro para el ir con ella. Al llegar a su casa Peter gritó a su madre y le contó todo lo sucedido, como ella era un ángel o algo más hermoso, todo con lujo de detalle para sorprender a su mamá y no le reprochara la hora de su llegada.

Pasaron cerca de 3 meses, o más y esta extraña pareja seguía junta y muy enamorada (¿O era sólo el?) los ataques esquizofrenicos de Peter se habían reducido a 1 o 2 por mes, era increíble como esta hermosa creación celestial, esta musa hecha mujer, controlaba la vida de Peter y como podía mejorar la calidad de vida de un tonto como el, salían juntos a todos lados, se abrazaban, se besaban, era un espectáculo hermoso (Que asco) eran la pareja más feliz, o eso creían ellos, el resto no importaba.. (excepto a Peter, a el si le importaba, su ego era tan grande que no cabía en su cuerpo y comenzaba a ocupar el de ella)

Una tarde Lluviosa de Septiembre, Peter recibió un mensaje de su amada que decía lo siguiente:

«TE ODIO, nunca quise estar contigo eres horrendo solo jugué con tus sentimientos»

A lo que Peter asustado respondió

«Amor ¿Qué sucede? es verdad esto :'(«

Ella no contesto más… Peter se sumió en la depresión, sus ataques se hicieron más recurrentes, 1 cada hora o cada 30 minutos, no salía de su habitación, no comía, no dormía, en fin ahora solo vivía para estar triste pensando en ella y deseando nunca haber nacido. Pasó todo septiembre igual, comía muy poco y pasaba del comedor a su habitación todos los días, hasta que recibió repentinamente, la noche menos esperado, un 31 de Octubre un mensaje de Daniela:

«Si me amas tienes que demostrarlo, ve al baño público del mercado principal de la ciudad, en el quinto retrete hay un regalo para ti, es tu prueba de amor definitiva. XOXO Dani»

Peter salió apresurado de su casa, corrió, tropezó y se raspó pero finalmente llegó a aquél baño vacío, entró y golpeo desesperadamente cada puerta de los baños hasta encontrar su sorpresa, Una Mágnum calibre 44 cromada y cargada, recibió un mensaje más:

«Ahora mándame el numero de celular de tu madre, es la prueba definitiva. Atte: Tu amada Daniela»

Desconcertado pero a la vez desesperado por estar con su amada, le mando rápidamente el numero y después de una espera de 10 minutos vibro su teléfono:

«Toma la pistola. tu sabes que hacer. Te ama para siempre Daniela»

Aquella noche se escuchó un fuerte estallido, pero nadie al no haber nadie cerca al lugar, nadie se percato del suicidio del joven. a la 1 am la madre preocupada por no escuchar a su hijo ni haberlo visto bajar a cenar, decidió entrar a su cuarto, pesé a que rara vez lo hacia, para darse cuenta de que este ya no estaba, llamó inmediatamente a la policía, y una gran investigación por todo la ciudad se realizo por más de 5 horas. Nadie pudo encontrar rastro alguno del joven, nadie lo había visto, hasta que a las 6:06 de la mañana la madre de Peter, que estaba destrozada en llanto, recibió un mensaje:

«Tu hijo es bienvenido al club de los amantes de Daniela, el ego y un amor a la perfección siempre terminan mal» Seguido de una horrible foto de un cuerpo, tirado al lado de una taza con la tapa craneal volada, la mandíbula completamente destrozada, pedazos de sesos en todas partes, las paredes salpicadas de sangre y un gran charco de sangre de color rojo brillante, alrededor de un cuerpo inerte, con un traje blanco.

Fernando Robles S. 

Relato del hombre cuerdo que hablaba de Dios

Como toda persona devota a una religión, que reza por su bien y el de los demás, existía un hombre, solitario y abandonado por la sociedad. Con poco aseo personal y una gran barba colgando de su rostro, la cual reflejaba que tenía años sin rasurarse, pesé a tener la corta edad de 35 año, aparentaba tener cerca de 50 años o más.

Alto como ninguno, anormalmente alargado de los brazos y piernas, su 1,95 cm de estatura lo había hecho tener una posición jorobada, delgado como ningún otro, los huesos de la cara lo envejecían demasiado, dándole así una apariencia mucho más vieja, usaba anteojos, pero no de esos anteojos modernos, con pequeños armazones y una mica realmente delgada, utilizaba anteojos de los antiguos, con un gran armazón y unas micas mas anchas que el fondo de una botella. Siempre que se le veía, o sea solamente los domingos por la tarde a la hora de la ultima campanada de la iglesia. Traía la misma ropa, unos sucios pantalones color caqui manchados de grasa, aceite y algo de color rojo cobrizo que parecía nunca lavar, una camisa azul semifajada desgastada por el uso y arrugada como su piel, lo que le daba una apariencia un más irritante para la visión, y unos zapatos color negro totalmente raspados y rotos con varias reparaciones que denotaban a simple vista no ser el trabajo de un buen zapatero.

Pasaba por todas las filas de la iglesia, observando a todos los invitados a la visita dominical del Señor, hasta llegar a la ultima fila en la oscuridad, donde los candelabros de la iglesia no iluminaban, donde estaba solo. Tomaba asiento en la mitad de la butaca y ya sentado no se movía de su lugar, ni para decir alguna tonta oración, escuchar las lecturas o ninguno acto común de dicho lugar, sólo colocaba sus dos manos en su pecho y repetía en un tono de voz bajo y grave como el rugir de un león – Perdóname señor, perdóname, perdóname por favor, perdóname…

Nunca nadie se acercaba a ese ser grande y nauseabundo, a pesar de que todos decían ser buenos católicos, el miedo a ese extraño ente con forma no tan humana les hacia no acercarse a darle el saludo de la paz, ni siquiera el sacristán que pasaba a recolectar la limosna se acercaba a pedirle alguna moneda, al momento de la comunión era un completo espectáculo de buscar alejarse de la fila en la que el se formaba, así que generalmente siempre era de los primeros en recibir la eucaristía, el sacerdote era el único que no mostraba aberración hacia el, solo le daba «El cuerpo de Cristo» y veía como se alejaba con paso lento.

Una vez acabada la misa, esperaba a que todos se fueran, avanzaba hacia los pilares que contenían «agua bendita» y bebía como un perros varios lenguatazos de ella, los pocos curiosos que se quedaban a ver que sucedía, se llevaban una imagen poco agradable y difícil de olvidar a sus casas, de un hombre bebiendo de la pileta donde todos meten sus manos a grandes saboreadas como si se tratara de un manjar «divino». Pasado dicho acto de costumbres esotéricas para el, avanzaba al presbítero, se arrodillaba y se persignaba 66 veces, no más, no menos, y recitaba unas extrañas palabras en una lengua parecido al extinto lenguaje sumerio usado en Mesopotamía, aún que pocos distinguían por obvias razones.

Memaafkan kebodohan hidup mereka

Pasaron 6 domingos de la misma manera, asistiendo a la iglesia, las miradas de asco y miedo, los brazos cruzados, las disculpas al señor, la eucaristía, las 66 persignadas y las palabras en sumerio o malayo. Hasta aquél domingo 1 de Junio, el hombre faltó a la misa, por extraños motivos que todos desconocían y pocos deseaban indagar. Paso todo el mes de Junio y no había señas de aquél hombre mal formado por la vida misma, nadie extrañaba su presencia, inclusive se habían olvidado de el, excepto el Sacerdote, que se encontraba extrañado por la situación, puesto que desde hace 5 años atrás el nunca se había ausentado a una misa, a pesar de su mala apariencia era el más fiel de los católicos a escuchar domingo tras domingo la palabra de Dios.

El sacerdote, preocupado por la salud del hombre y de pensar que este podía haber muerto en su casa y su cadáver se echaba a perder desde hace más de 4 semanas en una habitación abandonada, lo hizo versé en la necesidad buscarlo. Al finalizar la celebración eclesiástica aquél domingo, pidió a los fieles un segundo de su tiempo para preguntar la ubicación del hogar del hombre sucio del rincón, como el lo describió. Nadie respondió, los que sabían no quisieron responder, hasta que un joven que se encontraba parado junto a la puerta izquierda irrumpió el silencio y dijo -Yo se donde vive, es mi vecino de enfrente- se acerco poco a poco al sacerdote y este dio la indicación al resto que se podían retirar.

El Lunes después del acontecimiento en la iglesia, el padre, temprano, cerca de las 6:00 A.M. se dirijo a la casa del hombre devoto de su religión. Era una casa de dos pisos, con un frente, al igual que su dueño, poco agradable y muy sucia , las paredes blancas estaban desprendidas y destruidas por el tiempo y la humedad, la gran puerta de madera enmohecida estaba llena de astillas. El sacerdote llamó a la puerta en múltiples ocasiones pero no se escuchaba nadie del otro lado, ni un crujido, ni un respirar, mucho menos algún paso acercándose. Decidió pedir ayuda a las autoridades pero estas se rehusaron señalando le que no podían entrar en una casa sin un permiso legal firmado por el jurado antes.

Al Martes siguiente, el cura decidió actuar por si mismo y entrar a la casa del extraño hombre por su propia cuenta, esto, fue el peor error que pudo cometer pues no sabía que del otro lado de esa gran puerta de madera se encontraba el más grande mal que jamás hubiera existido en la tierra, al entrar vio frente a el un estrecho, largo y vació pasillo que conducía a lo que parecía ser la única puerta en todo lo visible, mientras caminaba hacía este, sentía como el camino cada vez era mas estrecho y era mas difícil para el respirar, sus zapatos estaban llenos de un extraño liquido amarillo pegajoso y con hedor a cañería. Al llegar a la puerta se dio cuenta de que estaba entre cerrada y que de esta escurría más liquido amarillo. Así que entro sin antes pensarlo…

En la habitación,. pese a ser las 8:00 de la mañana estaba oscuro, más oscuro que la boca de un lobo, estaba inundado de ese líquido asqueroso y el hedor a cañería era mas intenso, al punto de provocarle unas inmensas ganas de vomitar, había una mesa grande de madera del siglo XIX, se notaba por sus arreglos en las patas, con una silla de metal vieja y oxidada al lado, un librero de 2 metros de altura lleno de libros viejos de pastas ilegibles, y justo en el rincón derecho, una cama con un enorme bulto tapado con sabanas que chorreaba liquido amarillento a los lados y se movía al ritmo de una respiración agitada, el terror invadía al sacerdote, así que saco rápidamente su crucifijo de su pecho y lo apretó en sus mano, en la otra sostuvo su biblia de bolsillo y a paso lento e inseguro se acerco poco a poco a aquél enorme bulto de olores.

A pocos centímetros de esta masa de terror, guardo su biblia en su saco y con asco, miedo y nervios, levantó poco a poco la sabana para darse cuenta que aquél ser que se movía agitadamente, aquel ser ahora de una forma completamente anormal, totalmente alejada de los conceptos humanos de forma, conservaba en alguna parte, tal vez el abdomen o el estómago, una cara pálida y con ojos hundidos y oscuros, una cara sorprendida, que reflejaba el mayor terror que jamás el había conocido, la cara del hombre sucio del rincón.

Horrorizado retrocedió hasta estar completamente contra la pared, no se movía, no sabía que debía hacer, ninguna enseñanza bíblica habría tenido solución a la masa monstruosa de terror, pensaba en escapar, pero después se di cuenta que tenía que acabar con esa encarnación del mal, busco en la habitación, algo con lo que pudiera matar al hombre del rincón que cada vez perdía más el derecho a llamarse hombre, encima de la silla, había un especie de trincho para acomodar carbón, lo cual era extraño pues no había chimenea alguna, lo tomo, y sin titubear se acercó al horror de la cama.

Se disponía a dar el primer pinchazo cuando la cara del antes hombre de fé. comenzó a retorcerse y musito -Alma pura de Dios, como osa cometer un pecado mortal ante la presencia de una encarnación divina- Soltó asustado el trincho y dijo con voz nerviosa y exasperada -Hijo mío, la encarnación divina de nuestro señor se encuentra en la más pura belleza existencial, es imposible comparar la obra de nuestro señor Jesucristo con lo que el ser maligno al que sirves ha hecho de ti- La masa se agitó con una rabia incomparable y gruño -¡Tu señor Jesucristo y Dios no es mas que mi creación!- -Existe por que mi Dios y creador del universo Azathoth buscaba una manera de dominar su especie-.

El padre, después de un largo silencio dijo -La demencia en la que estas sumergido te esta provocando alucinaciones semejantes, ni el diablo mismo esta mas loco que tu- El Hombre/Masa lo miro y dijo -Soy el más cuerdo, juntos con mis hermanos en esta tierra, el resto de ustedes son locos que siguen la admiración de grandes masas a seres celestiales y hermosos que sus retorcida ganas de ego y perfección aceptaron como suyos- Hubo un gran rugido y la gran masa se partió a la mitad expulsando más liquido amarillo y emitiendo un grito rasposo de dolor. De este surgieron serpientes de todos tamaños con plumas al final de su cola y una luz color purpura oscuro que no era más que el azul del cielo mismo abierto a las profundidades del espacio que se alzaba hasta una masa burbujeante de gases y bocas con dientes desgarradores, atravesando el techo de la casa. Seguido de esto la tierra comenzó a templar de una manera descomunal y el piso bajo el sacerdote se empezó a partir, la casa del hombre empezó a derrumbarse pedazo por pedazo y el anciano sacerdote, sin las suficientes fuerzas para huir murió aplastado por las piedras y los escombros de la antes casa.

Un pueblo entero, en cuestión de 5 horas fue destruido por completo, donde antes había casas, ahora solo se encontraban escombros y una nube de polvo en todo el lugar, el Pueblo dejo de existir, el mal del hombre horripilante dejo de sembrarse, estaba hecho, la misión de este era sólo abrir el primer portal, un portal de miles, que permitirían la entrada de Yog-Sothoth…


Fernando Robles S. Inspiración H.P. Lovecraft